Hoy, como cada año, conmemoramos a las mujeres en este día que marcó un hito en la historia. A lo largo del tiempo, su existencia ha estado condicionada por expectativas culturales heredadas de siglos atrás. Estas no son necesariamente negativas, pero el problema ha sido el poco reconocimiento que se les ha dado. Paradójicamente, muchas de esas expectativas han permitido que numerosos hombres lleguen lejos en sus carreras. Al final, podríamos llamarlo trabajo en equipo, aunque no en condiciones equitativas.
Es fundamental reconocer el esfuerzo de cada mujer que ha contribuido a llegar hasta donde estamos hoy. Sus logros han representado grandes avances para la humanidad. Sin embargo, aún enfrentamos un obstáculo: no podemos seguir cargando con la idea de que debemos hacerlo todo solo porque así fueron educadas nuestras abuelas y todas las generaciones antes de ellas. Los tiempos han cambiado y, con ellos, hombres y mujeres hemos aprendido a adaptarnos a las exigencias del presente, siempre respetando las decisiones que cada uno toma respecto a su manera de vivir la vida.
Las mujeres han desafiado los estereotipos impuestos por la sociedad. A pesar de que ambos géneros tenemos la misma capacidad de raciocinio, las oportunidades han sido desiguales, limitando su desarrollo profesional. Hoy en día, aún existen brechas que frenan su crecimiento y restringen su potencial a ciertos roles bajo condiciones adversas.
La dinámica ha cambiado, pero persisten barreras. Aunque en el pasado las mujeres tenían acceso a la educación superior, muchas no ejercían sus conocimientos, ya sea porque el matrimonio y el hogar eran su destino “natural” o porque no se consideraba propio que trabajaran fuera de casa. Ahora, la mayoría forma parte del mundo laboral, independientemente de su situación personal, y ha demostrado su capacidad en múltiples áreas. Sin embargo, todavía hay sesgos que entorpecen su avance. ¡Eso tiene que cambiar! Las nuevas generaciones nos están mostrando que sí es posible.
La igualdad de género no debería ser un debate, sino un principio fundamental que beneficia a toda la sociedad. Impulsar la participación femenina en todas las áreas es clave para su desarrollo y para el progreso colectivo. Si bien hay diferencias biológicas entre los géneros, eso no ha impedido que mujeres destaquen en cualquier campo que elijan, a pesar de la violencia de género, la brecha salarial y la falta de espacios de liderazgo.
El Índice Global de la Brecha de Género 2024 revela una realidad innegable: en México, solo el 46% de las mujeres participa en la economía, ubicando al país en el puesto 122 de 146. En cuanto a la brecha de ingresos, México ocupa el lugar 119, lo que refleja un desafío urgente. Sin embargo, el país ha alcanzado un puntaje de 76.8, superando el promedio mundial, lo que demuestra un avance que debe acelerarse.
No se trata solo de exigir respeto por los desafíos enfrentados, sino de entender que, si hombres y mujeres nos impulsamos mutuamente, trabajamos en equipo y nos apoyamos, será más fácil reducir la brecha que impide un verdadero avance igualitario. Lo que ocurrió siglos atrás pertenece al pasado. No podemos culpar a nuestras antecesoras, pero sí agradecerles por abrirnos el camino para ejercer nuestros derechos hoy.
El futuro nos exige compromiso. Las próximas generaciones necesitan un mundo más justo, y nos corresponde construirlo. ¡No basta con reconocer el problema, es momento de actuar! Desde nuestras empresas, nuestras familias y nuestras comunidades, cada acción cuenta.