La estrategia es más que una ciencia, es la aplicación inteligente del conocimiento a la vida práctica, el desarrollo de pensamientos y habilidades capaces de modificar una idea o meta original y adaptarla a las situaciones siempre variables y sorpresivas que aparecen durante el recorrido de su ejecución. Es el arte de actuar disciplinada y creativamente bajo la presión de las más difíciles condiciones y tener las competencias necesarias para afrontarlas con el menor esfuerzo. Entiéndase que no es lo mismo trabajar duro y constantemente para lograr una meta, que aplicar la inteligencia estratégica al esfuerzo diario.
A menudo es frecuente encontrar que en las organizaciones los planes estratégicos contengan información sobre lanzamientos de nuevos productos, mejoras en los procesos y adquisición de tecnologías, pero no dispongan de los pasos concretos a seguir para ejecutar dicha estrategia o los puntos clave a considerar para alcanzar el éxito. De hecho, si hacemos una reflexión personal, muchas veces ni nosotros mismos tenemos un plan coherente para cumplir los propósitos que nos hacemos cada año al toque de las campanadas que anuncian fin e inicio de un ciclo anual.
Es probable que para estas alturas el proceso de cumplir metas estratégicas suene complicado. Pero, siendo prácticos el éxito de la estrategia se puede alcanzar mediante el entendimiento y aplicación de tres elementos básicos: el origen del concepto, el esfuerzo a nivel personal y la traducción de la estrategia para su ejecución.
El origen del concepto: estrategia
Como es bien sabido, la palabra “estrategia” procede de la antigua palabra griega strategos, que significa literalmente “líder del ejército”. La estrategia era en este sentido el arte de saber dirigir, darle dirección al esfuerzo colectivo del ejército, decidiendo que formaciones desplegar, en qué terreno combatir, qué maniobras o tácticas usar para lograr ventaja. Con el tiempo, estos conocimientos fueron progresando y los líderes militares descubrieron que cuanto más pensaban y planeaban con anticipación, mayores eran sus posibilidades de éxito en la batalla. Con ello, nuevas estrategias surgían que permitían derrotar a ejércitos mucho más grandes, y esto a su vez generó adversarios más astutos que también recurrían a la estrategia, desarrollando una presión ascendente: para obtener ventaja, un general tenía que ser aún más estratégico, más directo y hábil, que su contrincante. La clave: adaptación continua y evolutiva.
El esfuerzo a nivel personal: el estratega
Hablando de líderes gestores de planes estratégicos, aquel que ha dominado la disciplina de auto dirigirse, es quien verdadera y sustentablemente puede inspirar y dirigir con mayor eficacia. No se trata de liderar a miles de seguidores, sino aprender a formarlos para darle continuidad a la estrategia y para ello, se requiere alguien que tenga la propia competencia y disciplina de haberse formado a sí mismo.
Partiendo del autoconocimiento, viene el entrenamiento que forma al estratega que se requiere para liderar el cambio en las organizaciones. Más allá de formar, productos, servicios o empresas, el buen estratega ofrece a la sociedad la mejor versión de sí mismo, para con ello poder lidiar con anticipación y en el momento a cada adversidad.
Un verdadero estratega debe de considerar tres pasos importantes. Primero, hay que tomar conciencia de las debilidades que pueden aquejar la mente y nublar las habilidades estratégicas. Segundo, es saludable declararse una competencia interna contra uno mismo, para obligarte a avanzar y desarrollar las propias fortalezas. Tercero, iniciar una inclemente y continua batalla contra los enemigos dentro de sí mismo, con la intensión de debilitar aquello que no permite avanzar el proceso de formación del modelo que estratégicamente se ideo del propio líder.
Todo lo anterior, es el resultado de la congruencia interna que debe de tener el estratega para poder transmitir adecuadamente y sin fallas de comunicación, el objetivo claro a su equipo y cumplirlo de manera efectiva, minimizando el desgaste del líder y su ejército. La clave: disciplina y congruencia con uno mismo.
Traducción de la estrategia para su ejecución: comunicación e indicadores.
En un ambiente organizacional, el estrega debe de contextualizar estrategia de comunicación, indicadores y motivación, no solo a varios niveles de la organización misma, sino a un nivel multilenguaje para las diferentes áreas o culturas en las que impactará, así también deberá ser incluyente de las diversas generaciones que actualmente conviven en la ejecución y toma de decisiones de una organización, tales como babyboomers, generación X y millenials.
Todos estos elementos deben de ser considerados una manera global y holística con la intención de lograr primeramente un buen entendimiento de la estrategia y permear los objetivos claramente, para después pasar al proceso de ejecución de manera táctica y operativa. Para ello, es importante considerar las cuatro disciplinas de la ejecución que propone Sean Covey (2015):
- Concentrarse en lo más importante: El estratega debe priorizar para concentrar a su equipo en uno o dos objetivos que marquen la diferencia, en vez de tratar de alcanzar una docena de objetivos de manera mediocre. La ejecución empieza con enfoque.
- Diseñar indicadores congruentes: La idea es diseñar unos pocos indicadores diarios o semanales que de alcanzarlos, conducirán al logro del objetivo. Presentar indicadores congruentes tiene que ver con ayudar a que todos los miembros del equipo se sientan socios estratégicos y propiciar un diálogo para determinar qué se puede hacer mejor con el fin de lograr los objetivos más importantes
- Llevar un tablero integral de indicadores: Si los indicadores de resultados no se asientan en un cuadro de indicadores visual, ni se actualizan con frecuencia, desaparecerán en el olvido. Las personas se desvinculan cuando no conocen la puntuación. Cuando todos los integrantes del equipo pueden ver la puntuación, el nivel del desempeño se eleva, no sólo porque ven lo que está funcionando y qué ajustes hay que hacer sino, además, porque ahora quieren ganar.
- Crear un sentido de responsabilidad: El equipo se debe reunir semanalmente. Estas reuniones no deben durar más de 20 o 30 minutos. La idea es determinar las diversas responsabilidades para cada objetivo. La responsabilidad creada en estas sesiones no es de tipo organizativo, sino personal. Cuando los miembros del equipo se dan cuenta de que sus colegas están cumpliendo con sus responsabilidades, aprenden que las personas con las que trabajan son confiables y esto mejora el desempeño.
Finalmente, es importante que el estratega entienda que las personas deben ser integradas a la estrategia y a las operaciones, de manera que se conviertan en la principal fuerza que energice los procesos. La planificación estratégica requiere de la cooperación de quienes están más cerca de la actividad, de la comprensión de las necesidades de los clientes internos y externos, de los recursos necesarios y del entendimiento de sus fortalezas y debilidades. Esta es la única forma de crear un vínculo sincronizado entre la estrategia y su ejecución.
El entendimiento de estos conceptos en la organización, significa que todas las partes en movimiento tienen objetivos y entendimientos comunes sobre el entorno. Ello incluye hacer que las metas de las partes interdependientes correspondan entre sí y lograr que haya una vinculación de sus prioridades con otras partes de la organización. Cuando las condiciones cambian, la sincronización vuelve a alinear las múltiples prioridades y reasigna los recursos, volviendo el proceso de adaptación organizacional inteligente, sustentable y estratégico.
Covey, S., McChesney & C., Huling, J. (2015). Las 4 disciplinas de la ejecución. Conecta; Tra edition (March 3, 2015). ISBN-10: 6073117191.