Esta semana el Secretario de Estado de EUA, comenzó una gira por tres países de corte izquierdista en América Latina. La oportunidad es impecable por la inminente segunda vuelta en las elecciones brasileñas que pudieran manchar de rojo al continente. A los norteamericanos les preocupa la ola socialista latinoamericana, no solo por cuestiones ideológicas, sino por el rotundo desastre económico que ha provocado. Claro, es bien sabido que una debacle en las condiciones de bienestar se traduciría irremediablemente en diásporas cuyo destino favorito se encontraría al norte del río Bravo. Así es, pero hay otro tema de suprema preocupación, el avance geopolítico de Asia, particularmente China, en lo que por siglos fue el patio trasero de Estados Unidos.
El tema es que, a EUA, sin darse cuenta “le crecieron los enanos”. Pues sí, con datos del Banco Asiático de Desarrollo, se estima que para el año 2050, 3,000 millones de los 5,300 que vivirán en Asia, gozarán de estándares de vida similares a los europeos. Caray, eso significa que el 56% de los asiáticos tendrán la posibilidad de vestir, comer, vivir y viajar al igual que de los europeos de hoy … y también de invertir. Y para quienes claman que es una nueva manifestación asiática, la realidad es que es más bien un resurgimiento. Por supuesto, y es que esa región del mundo dominó la esfera global desde los primeros siglos hasta el siglo XIX. El tema es que ahora Asia, con China a la cabeza y con jugosas inversiones, estratégicamente está buscando recuperar su supremacía económica y diplomática en Brasil y los países de habla hispana en América.
Al respecto, la subrepticia estrategia China ha transitado mayormente desapercibida y curiosamente, ha sido de abajo hacia arriba. El resultado es que, en solo una década, la participación China en inversiones y comercio pasó de irrelevante a ser uno de los primeros tres lugares, siendo el número uno para todas las naciones del Cono Sur. Nada es casualidad, dichas inversiones son parte de un plan de largo plazo.
Dicha idea llamada la Nueva Ruta de la Seda, consiste en la inversión más grande que la humanidad ha conocido, la encabeza China y pudiera alcanzar entre USD$4 y 8 millones de millones. Un ejemplo de ella son los 1.2 millones de paneles fotovoltaicos en la provincia de Jujuy en Bolivia, financiados por el Import Export Bank, no de EUA, de China. En esa región, históricamente disputada con Argentina, se ubica la planta solar más alta del mundo situada a 3,700 metros sobre el nivel del mar. Caso similar es el centro de control espacial construido por una empresa china en la Patagonia. Igualmente, una compañía china es la líder en la construcción el metro en Bogotá y ese país asiático ha invertido miles de millones de dólares en 23 de los 27 estados de Brasil.
Ahora bien, una gran parte de la inversión China en América Latina se dio a partir de la llamada “ola rosa”, esto es, cuando gobiernos de izquierda llegaron al poder en Venezuela, Brasil, Ecuador y Bolivia. Claro, dichos líderes han ondeado la bandera del anti-imperialismo yanqui y vieron en China la oportunidad. Lo que también es válido es que EUA se distrajo en conflictos bélicos en Afganistán, Iraq y más recientemente Siria y Rusia, dejando el camino libre para China. Como muestra de ello es que Xi Jinping ha viajado a América Latina casi las mismas veces que Obama, Trump y Biden juntos.
Obviamente, la locomotora asiática ha obligado a los EUA a volver a imprimir en el “white paper” de su política internacional la Doctrina Monroe: “América para lo americanos”. Pero los Estados Unidos no la tienen fácil. A pesar de las advertencias de espionaje por parte de Juan González, director del Consejo Nacional para la Seguridad de EUA, la verdad es que, para los precarios municipios ávidos de inversión, no les bastan las palabras. Recientemente la directora para América Latina del “think tank” Wilson Center, Cynthia Arnson advirtió: “Dólar por dólar, los EUA no son rival para los bolsillos profundos de los bancos de inversión chinos”. Ayer, hoy y siempre, “con dinero baila el perro”, hay que invertir.
En fin, la dominancia de Asia y especialmente de China en la esfera geopolítica ni es un hecho consumado ni un veredicto predeterminado. A pesar de las diáfanas señales en el cielo, la realidad es que no sabemos con certeza si a nivel global será “el siglo de Asia”, pero al menos en América Latina, para bien o para mal, “la centuria de Asia comenzó en el siglo XX y se consolidará en el XXI. Al tiempo.