¿Crees que lo has dado todo? ¿Estás cansado de seguir intentándolo y nomás no puedes dar ese pequeño avance? Reconocer que algo nos está afectando severamente cuando lo único que queremos es rendirnos con la primera piedra que se nos pone en el camino, darte por vencido y querer ponerles fin a los problemas es lo más difícil.
La vida es una constante prueba de que tan fuertes somos y cómo le hacemos para superar las dificultades que día a día nos hacen frente. A nadie le gusta batallar, tenerlo todo fácil siempre es el camino más rápido, dejarse llevar por las emociones sin tener el poder de neutralizarlas por querer tener todo bajo control es el reto personal más difícil que uno tiene.
No podemos quedarnos estancados justificando los errores que cometemos, al final es parte de crecer el ir superando obstáculos para los que nadie nos ha preparado. Siempre habrá situaciones difíciles, debemos estar preparados para enfrentarlas y aprender a superar nuestros propios miedos. Cabe aclarar, no será la última batalla sino una de tantas más por venir, y enfocarnos en resolverlas nos hará más fuertes y los beneficiados seremos nosotros mismos.
Pedir ayuda es una opción válida, y para eso hay que estar dispuestos a escuchar la verdad de las cosas sin tirarle nuestra basura al otro, que seguro tiene sus propios problemas y de igual manera trata de salir adelante. Todos somos diferentes, unos solitariamente podemos resolver lo que nos inquieta, otros necesitamos platicarlo para confirmar que efectivamente estamos haciendo mal las cosas, pero el cómo lo hagamos no importa, sino el lograr salir de ese hoyo en el que nosotros mismos nos hemos hundido.
La soledad que se siente por no ser capaz de poder resolver las situaciones que nos inquietan es increíblemente fuerte y sentir esa impotencia de querer, pero no poder porque hay algo que no nos permite avanzar, dar un simple paso nos cuesta un enorme esfuerzo, pero debemos hacerlo, nadie dijo que sería sencillo, bajo el lema “un día a la vez” podemos empezar. Hay que aprender de los errores del pasado sin perder el foco en el futuro, pero enfocados en nuestro presente, los frutos de nuestros esfuerzos se verán concretados siempre y cuando les demos la continuidad que requieren y respetando los tiempos de cada quien.
Dar esos pequeños pasitos son un indicio de que, si se puede, y automáticamente sin darnos cuenta iremos modificando nuestros pensamientos que solían ser negativos dándoles un giro positivo. Nuestra actitud reflejará los avances que hemos tenido y llegará ese día donde podremos al fin reconocer que esa batalla que tanto nos estaba costando la estamos ganando.
Fracasar no es necesariamente malo, todo depende de cómo reacciones frente a esas experiencias que mueven nuestro mundo y de un día para otro nos vemos obligados a ver hacia delante. Si nos quedamos estancados en lo malo no podremos dejar de mirar hacia atrás y atraeremos pura negatividad, mantener la cordura en esos momentos es primordial para así poder disfrutar esa última gota que tanto nos ha costado.
El camino al éxito no es gratuito, requiere de mucho esfuerzo, mucho sacrificio y sobre todo mucha humildad, nosotros somos los que trabajamos en eso, pero siempre habrá alguien o algo en nuestro alrededor que de alguna manera colaboró en ese proceso mental sumamente desgastante pero increíblemente satisfactorio.