La constancia de la disciplina es un ejercicio diario que debemos tener con nuestra mente y así ir creando hábitos que indiscutiblemente ayudarán a mentalizaros de la importancia que tienen en nuestro día a día. Ser disciplinado no es una cosa sencilla ya que conlleva una constante pelea con la procrastinación que no nos permite avanzar en nuestros objetivos.
Para lograr este propósito que debería estar presente siempre ya que eso habla mucho de quienes somos, debemos trabajar en nuestras metas, probablemente sean muchas y no se puede hacer todo al mismo tiempo lo cual es completamente entendible, lo que si podemos hacer es priorizar cada una y así ver a cuál le dedicamos más tiempo, cual puede esperar, etc… hay que ponerles fecha para así saber sobre que trabajamos.
La disciplina en sí tiene cabida en varias vertientes, empezando por la personal, hay un dicho que dice que lo primero que debemos hacer al despertarnos es tender nuestra cama ya que de alguna manera vamos activando nuestro cerebro para las siguientes responsabilidades que nos acompañarán durante el día. No tiene que ser algo grande necesariamente lo que nos obligue de alguna manera a ser disciplinados, porque precisamente esas cosas que parecen pequeñas e insignificantes pueden ser difíciles de cumplir según ánimo que tengamos.
Ahora, en el ámbito laboral, hay objetivos fijos que van adheridos a la profesión y otros que nosotros mismos nos los proponemos. Si logramos cumplir con lo ya establecido ya sea por costumbre o un “tener que”, no será difícil agregar más, siempre y cuando sean reales en tiempo y forma. Nuestro alrededor será partícipe de nuestros logros sin necesidad de decírselos por que será evidente que algo estamos haciendo bien y lo transmitimos de manera automática.
Los que han logrado el éxito son la muestra de que todo se puede, porque la disciplina también requiere sacrificios, tienen algo que los diferencía del resto que no ha podido lograr sus metas. Desde un inicio saben que es lo qué quieren y enfocan su atención en eso, independientemente si han tenido resultados negativos buscan el lado positivo de las cosas y aprenden de las malas experiencias para no repetir los mismos errores y de esa manera valoran el progreso que han logrado.
La perseverancia es un valor clave en la disciplina, al no rendirse tan fácilmente frente a situaciones adversas que se pueden presentar, eso hace más fuertes a las personas y por ende la autoestima mejora considerablemente, creando una responsabilidad que no te dejará continuar sino cumples con lo que ya te habías prometido tu mismo.
No solamente se alcanzan objetivos al ser disciplinados, también ganamos beneficios personales como los ya mencionados y al final nuestro cuerpo nos agradece por darle ese apapacho que nadie más va hacer, lo nutrimos con buenas vibras y así evitamos obstaculizar el crecimiento personal. Además, decir NO se vuelve más fácil, porque ya conocemos los beneficios que nuestra disciplina diaria nos ha transmitido, el autocontrol que ganamos en este largo camino de grandes esfuerzos personales es la mejor recompensa. ¿Y tú eres disciplinado?