El espíritu animal es un término utilizado por John Maynard Keynes en su libro de la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero. Lo que nos dice este pensamiento keynesiano es que existe un factor irracional en el humano que nos hace actuar de forma emocional e intuitiva lo cual llega a influir en la evolución de la economía. Un claro ejemplo para sustentar la hipótesis/postura serían las reglas generales que propiciaron la crisis inmobiliaria del 2008, las cuales llevaron a las personas a pensar de manera menos racional. Las reglas generales del momento eran las siguientes: “dinero fácil”, buscar altos rendimientos en corto plazo; “este tiempo es diferente”, pensamiento erróneo que nos inhibe aprender del pasado; “los precios del mercado inmobiliario nunca bajan”, posición apoyada por Alan Greenspan. Estas tres ideas dieron inicio a una desenfrenada ola de optimismo.
Es muy importante considerar el siguiente concepto: la economía y la bolsa de valores no son lo mismo. Hay una relación disfuncional entre el PIB y el mercado accionario. Ahora en tiempos de COVID-19, ¿qué piensas cuando la bolsa de Estados Unidos se encuentra en sus máximos? Hay un concepto utilizado por gran amigo y economista, Arturo Leal llamado “FOMO Kids” el cual sugiere que los jóvenes emergentes en la bolsa de valores se dejan llevar por su espíritu animal y piensan que están manipulando el mercado al comprar acciones cuando en verdad están tomando decisiones a base de sus emociones y por FOMO (Fear Of Missing Out) lo cual llega a provocar especulación y fluctuación en los precios de acciones. Dicho de otra manera, los inversionistas no compran ni venden porque lo necesitan, sino que ven una oportunidad de obtener ganancias de forma especulativa.
Robert J Shiller, ganador del premio nobel de economía en el 2013, lo describió con exactitud en su libro titulado Exuberancia Irracional, “la exuberancia irracional es la base psicológica de una burbuja especulativa. Defino una burbuja especulativa como una situación en la que las noticias de aumentos de precios estimulan el entusiasmo de los inversores, que se propaga por contagio psicológico de persona a persona, amplificando en el proceso historias que podrían justificar los aumentos de precios y atrayendo a una clase cada vez mayor de inversores. Quienes, a pesar de las dudas sobre el valor real de una inversión, se sienten atraídos por ella en parte por envidia de los éxitos de otros y en parte por la emoción de un jugador “.
Es aquí cuando surge una importante pregunta, ¿qué principios o actitudes podemos tomar en cuenta para ser inversionistas más inteligentes y controlar nuestro espíritu animal en el sistema financiero?
- Aspira al largo plazo como si te quedarás con la acción por siempre, no busques rendimientos extraordinarios al corto plazo.
- Evita invertir en un negocio que no conoces o no entiendes, analiza a la empresa y la solidez de sus negocios subyacentes.
- Estabiliza tus emociones e identifica cuando estás a punto de tomar una decisión a través de tu espíritu animal.
Recuerda que, como todos, pensamos que somos racionales. Pero no lo somos. A la hora de tomar decisiones financieras, nuestras emociones nos pueden llegar a invadir como un afecto heurístico. La racionalidad no es un poder con el que nacemos, pero si es algo que podemos adquirir con práctica y entrenamiento en los servicios financieros al igual que en cualquier otra área.
Siempre estaré dejando 3 fuentes de información que recomiendo. Entre ellas: libros, ensayos, podcasts, etc. para que te ayuden a profundizar el tema si es que te interesó.
Mis 3 recomendaciones:
- Animal Spirits de George Akerlof y Robert J. Shiller
- The Gone Fishin’ Portfolio de Alexander Green
- Misbehaving: The Making of Behavioral Economics de Richard H. Thaler