En el contexto de la innovación y los nuevos desarrollos, existe una dificultad para poder plantear que tan innovador es un producto, proceso o servicio, planteándose en un esquema subjetivo la valoración de los mismos. Desde herramientas o conceptos como “calidad es superar la expectativa del cliente”, existen diversos enfoques para determinar que es superar y en qué grado se logra.
La innovación y la tecnología no quedan atrás, planteándose también escenarios y niveles para conocer su grado de madurez, que tan innovador o que tan tecnológico es el producto, proceso o servicio. En la valoración de desarrollos y en el hecho de evaluarlos desde un criterio más objetivo, se han planteado niveles que permita hacer una selección de aquellos que son relevante para la organización, institución o equipo de trabajo que hace este ejercicio y que permite mediante una clasificación estándar, plantear escenarios claros, objetivos y transparentes para la toma de decisiones.
Los niveles de madurez de la tecnología, más conocidos por sus siglas inglesas originarias TRLs o Technology Readiness Levels, se han usado con mayor frecuencia en convocatorias o fondos, tanto europeas como en otros países de vanguardia tecnológica, siendo de igual manera adoptados en México a través del CONACYT (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología), en sus distintas convocatorias. Estos niveles se establecen en una escala del 1 al 9 y tendremos el ejercicio de analizarlos y valorarlos de una manera coloquial, a través de dos aportaciones.
Los niveles de Readiness Technology fueron originalmente concebidos en la NASA en 1974 y formalmente definidos en 1989. La definición original incluía siete niveles, pero en la década de 1990 la NASA adoptó la escala actual de nueve niveles que posteriormente ganó amplia aceptación.
Original NASA TRL Definitions (1989).
- Nivel 1. Principios básicos observados y reportados
- Nivel 2. Solicitud potencial validada
- Nivel 3. Prueba de concepto demostrada, analítica y/o experimentalmente
- Nivel 4. Laboratorio de componentes y/o tableros de prueba validado
- Nivel 5. Componente y/o tablero de pruebas validado en entorno simulado
- Nivel 6. Adecuación del sistema validada en entorno simulado
- Nivel 7. Adecuación del sistema validada en el espacio
La metodología TRL fue originada por Stan Sadin en la sede de la NASA en 1974. En ese momento, Ray Chase era el representante de JPL Propulsion Division en el equipo de diseño de Jupiter Orbiter. A sugerencia de Stan Sadin, Chase utilizó esta metodología para evaluar la disponibilidad tecnológica del diseño JPL Jubiter Orbiter de la nave espacial propuesta. Más tarde, Chase pasó un año en la sede de la NASA ayudando a Sadin a institucionalizar la metodología TRL.
Chase se unió a ANSER en 1978, donde utilizó la metodología TRL para evaluar la disponibilidad tecnológica de los programas de desarrollo de la Fuerza Aérea propuestos. Publicó varios artículos durante los años 80 y 90 sobre vehículos de lanzamiento reutilizables que utilizan la metodología TRL. Estos documentaron una versión ampliada de la metodología que incluía herramientas de diseño, instalaciones de prueba y preparación para la fabricación en el programa “Air Force Have Not”. El gerente del programa Have Not, Greg Jenkins, y Ray Chase publicaron la versión expandida del TRL metodología, que incluía diseño y fabricación. Leon McKinney y Chase utilizaron la versión ampliada para evaluar la disponibilidad tecnológica del concepto de Transporte Espacial Altamente Reutilizable («HRST») del equipo ANSER. ANSER también creó una versión adaptada de la metodología TRL para los programas propuestos de la Agencia de Seguridad Nacional.
Estos inicios de la herramienta, tiene como toda metodología una diversidad de caminos, anécdotas y planteamientos, hasta llegar al esquema más utilizado en nuestros tiempos de 9 niveles. El propósito principal del uso de niveles de preparación tecnológica es ayudar a la administración a tomar decisiones sobre el desarrollo y la transición de la tecnología. Debe verse como una de las varias herramientas que se necesitan para gestionar el progreso de la actividad de investigación y desarrollo dentro de una organización.
Entre las ventajas de los TRL:
- Proporciona una comprensión común del estado de la tecnología.
- Gestión de riesgos.
- Favorece la toma de decisiones sobre financiamiento de tecnología.
- Favorece la valoración para tomar decisiones sobre la transición de la tecnología.
Algunas de las características de los TRL que limitan su utilidad:
- La preparación no necesariamente se ajusta a la idoneidad o madurez tecnológica.
- Un producto maduro puede poseer un mayor o menor grado de preparación para su uso en un contexto de sistema particular que uno de menor madurez.
- Se deben considerar numerosos factores, incluida la relevancia del entorno operativo de los productos.
Los modelos actuales de TRL tienden a ignorar los factores negativos y obsoletos, enfocándose en un contexto de valoración de la madurez de la tecnología.
La presente aportación permite conocer de una metodología de valoración de los niveles de madurez de la tecnología, permitiendo en una segunda aportación la oportunidad de conocer uno a uno los 9 niveles que la conforman actualmente. Es una invitación a las empresas a utilizarla y de esta manera valorar de una manera estándar la tecnología que está en desarrollo, así mismo, de tener una información del estado actual de sus innovaciones que le permita de manera práctica y certera el identificar fondos, apoyos o esquemas de colaboración para continuar los desarrollos tecnológicos comprometidos.