Muy bien, lo hemos repetido hasta el cansancio: “el trabajo apesta”. ¿Qué sigue?, ¿cómo cambiamos esta percepción?. Primero tratar de entender que hay detrás de esta frase, pero antes veamos un poco de datos duros. Ya en un artículo anterior habíamos comentado que de acuerdo a Gallup el 60% de las personas están emocionalmente desapegadas del trabajo y el 19% se sienten miserables (State of the Global Workplace: 2022 Report) lo que está ocasionando que el 79 % de los empleados experimenten estrés relacionado con el trabajo (APA, enero 2022).
¿Cuál es el origen de estos números tan preocupantes y desalentadores? Al parecer la principal respuesta es sencilla pero compleja “un trato injusto en el trabajo” después de eso encontramos: trabajo inmanejable, comunicación poco clara, falta de apoyo y presión de tiempo irrazonable(Gallup, 2022). Estos cinco motivos tienen un elemento en común: el líder.
Entonces, lo primero que podemos hacer es resumir la ecuación de “por qué el trabajo apesta” de la siguiente forma: líder + trato injusto= colaboradores miserables. Lo segundo que tendríamos que hacer es definir justicia; lo tercero, identificar las características del líder de alto desempeño; y finalmente que hacer, como líder, para cambiar estos comportamientos. Lo más complejo de esto es que un 90% de quienes son jefes declaran que no fueron capacitados para desempeñar sus funciones como líder de equipo y que aprendieron, de forma empírica, sobre la práctica (Think Talent, Be a Leader 2022).
Entonces, ¿por qué nos sorprende que hoy en día se asegure que el trabajo apesta? Podríamos decir que los líderes apestan, pero esto sería injusto y sobre todo falso, más bien lo que está pasando es que las personas no están siendo capacitadas para ser líderes, pero sobre todo, no saben que no saben (sesgo de la ceguera cognitiva) ser líderes.
¿Cómo empezamos a cambiar todo esto y dejar de ser un líder que apesta?
1. Reconocer que no sabemos ser líderes. Aceptar que debemos seguir aprendiendo a ser líderes implica reconocer uno de los principales enemigos del aprendizaje, nuestra ceguera cognitiva. Julio Olalla, Presidente de Newfield Network, afirma que los seres humanos debemos admitir que vivimos en espacios en que no sabemos que no sabemos y que el hecho de no saber no es un enemigo del aprendizaje, es una situación absoluta que todo ser humano vive. El enemigo del aprendizaje es no reconocer que existe la ceguera, y en ese caso la ilusión de que nuestro conocimiento es, de alguna manera, suficiente y con el cual me llego a sentir satisfecho. Para poder aprender hace falta una declaración de ignorancia.
2. Trato Justo. ¿Qué significa dar un trato justo a otros? Básicamente ser respetuosos con nuestros colaboradores. En términos generales lo que todos queremos como empleados es: Permíteme florecer en un ambiente seguro; déjame participar en la toma de decisiones; ayúdame a seguir aprendiendo; cuídame de los riesgos laborales y págame de acuerdo a mi esfuerzo, conocimiento y dedicación.
3. Características del líder. Ya en otras ocasiones hemos conversado de las cinco características de un líder de alto desempeño. Las primeras cuatro son bastante comunes, y parafraseando a Stephen Kinkg, son más baratas que la sal de mesa: expertos en sus campos; tienen excelentes resultados; auto-comprometidos; y, dominan las conversaciones y saben escuchar. La quinta característica requiere un montón de trabajo duro: saben gestionar a su talento; esto es, identifican el talento antes que los demás; desarrollan talento (creando momentos de aprendizaje y retroalimentando); y, sobre todo impulsan a sus colaboradores a crecer dentro o fuera de la organización.
4. Ponerlo en práctica. ¿Cómo? Define objetivos de desempeño; aprende a delegar; cumpla sus promesas; proporciona autonomía (déjalos en paz y en libertad); comunica (explícales cómo su trabajo impacta en la empresa) y sobre todo, siempre, siempre, siempre sea honesto y cumpla sus promesas.
Pasamos, durante toda nuestra vida, un aproximado de 81,396 horas en nuestros empleos. Trabajemos porque nuestros colaboradores y nosotros mismos no nos sintamos miserables y decir que el trabajo apesta, ¿o somos los líderes quienes apestamos?