El dinero es importante en nuestras vidas. ¿Hay alguien que no esté de acuerdo? Sin embargo miles de personas tienen dificultad para ganar dinero, para saberlo administrar e invertir sabiamente.
El dinero representa la seguridad, poder vivir y pagar los gastos corrientes, atender las necesidades de una familia o de una persona durante cada mes y a lo largo del tiempo.
El dinero representa la posibilidad de atender los estudios de los hijos, de completar su formación con un master, de poder enviarles al extranjero, quizá, para que aprendan un idioma nuevo, unas costumbres y aprendan a vivir sin el confort de lo conocido y de las cosas resueltas desde la seguridad del hogar.
El dinero representa tranquilidad, al poder atender las necesidades que se nos presentan a corto, medio y largo plazo, en las diferentes etapas de la vida. Es la contraprestación de unos servicios profesionales realizados para empresas, organizaciones públicas o privadas. Es la compensación por un negocio creado quien sabe si por una, dos o tres generaciones antes que nosotros. El dinero es el resultado de muchas horas de dedicación y trabajo para ofrecer unos servicios determinados, o para vender productos que demanda el mercado. El dinero es el rendimiento de inversiones y de negocios.
El dinero también es poder, prestigio, la manifestación externa de un status social. “Tanto tienes, tanto eres” es un refrán muy extendido que no siempre se cumple para todas las personas, porque hay quien sabe que el dinero o las posesiones no añaden un centímetro a la calidad y dimensión del ser humano.
El dinero es importante como medio, como posibilidades. La riqueza de un país es lo que permite avanzar, prosperar, crear servicios para los ciudadanos. Entonces, parece lo más sensato que el dinero se aprenda a ganarlo, a conservarlo, a invertirlo sabiamente, ¿verdad? ¿Por qué entonces hay tantas personas que se ven atraídas por la Bolsa y los Mercados, asumiendo unos riesgos financieros para los que quizá no estén preparados?
Hay dos razones importantes para que esto sea así:
- La falta de educación financiera objetiva, independiente de las entidades intermediarias: bancos, cajas de ahorros, sociedades de inversión, empresas de seguros y otras captadoras del dinero de las personas físicas o jurídicas.
- El propio comportamiento del consumidor. Las finanzas conductuales saben cómo las personas toman decisiones económicas que no les benefician, por los sesgos emocionales que influyen de forma inconsciente.
A nivel de economía personal o familiar cometemos constantes errores:
- Gastar más de lo que nos podemos permitir.
- No llevar un control de gastos estricto.
- No ahorrar.
- Asumir compromisos de pago que comprometen el equilibrio económico.
- No hacer presupuestos.
- Asumir préstamos para financiar gastos corrientes o caprichos.
- No gestionar activamente nuestras cuentas bancarias, asumiendo gastos por comisiones o intereses que pudieran ser evitados.
- Prestar dinero a familiares para negocios sin conocer la viabilidad de los mismos y, por lo tanto, la posibilidad de recuperación.
- Contratar tarjetas de crédito y débito sin conocer bien las comisiones e intereses por aplazamiento de pagos.
- Hacer compras impulsivas debido a la publicidad y ofertas que hacen las empresas
La educación e inteligencia financiera debiera ser una asignatura obligatoria desde pequeños, para ir creciendo en conocimientos sobre el dinero y su administración. Porque la libertad financiera se puede obtener de forma sencilla, siempre que se tengan las ideas claras de cómo son las leyes del dinero y de la riqueza. La falta de conocimientos se traslada de padres a hijos con consecuencias muy negativas de la salud financiera, lo que repercute en problemas y preocupaciones. Una mala decisión financiera se puede pagar durante toda la vida.
A nivel de inversiones en Bolsa los errores pueden tener importantes consecuencias negativas para la economía, si no se tienen conocimientos, ni experiencia, o se actúa de modo impulsivo y emocional. La Bolsa produce unas rentabilidades a largo plazo (por encima de 10 años) claramente superiores a los rendimientos que dan las cuentas a corto plazo. A mayor riesgo, mayores posibilidades de ganancias, si bien las inversiones deben realizarse con prudencia y acorde con las necesidades y posibilidades del inversor.
Nuestra recomendación es adquirir conocimientos y experiencia en las diversas opciones de inversión. Esto requiere dedicación, tiempo, estudio, asesoramiento. Y no podemos olvidar el enorme impacto que tienen las emociones en la toma de decisiones económicas. La neuro economía, las neuro finanzas y la psicología aplicada a las inversiones han de aportar sus conocimientos al servicio del inversor, de las personas.
Tenemos el derecho de conocer y aplicar ese conocimiento para la mayor calidad de vida de todos. ¿Qué opinas?