Un desborde de entusiasmo es el puente que nos transporta del empleo tradicional a convertimos en los exploradores del mágico y competido mundo de los emprendedores. ¡Qué belleza!, pero de verdad que bonito es sentir tan a flor de piel el ímpetu por generar un cambio en la sociedad a través del corazón de nuestros servicios. Afloran las palabras para escribir post larguísimos en Facebook acerca de lo que significa que al fin nos atrevimos a darle fuerza a un proyecto en el que nadie manda, por que tu ya eres tu propio jefe, así que te imaginas a todos lanzando las computadoras desde la ventana del corporativo por que tus palabras despertaron la pasión . ¿Apoco no es fascinante esa seguridad que se siente al hacernos consientes de que tenemos un talento al cual podemos sacarle provecho?
Cuando decides emprender el positivismo es el estandarte que no te quitas ni para dormir ya que tu mente estará muy ocupada generando ideas geniales las 24/7. Automáticamente, el espíritu se siente flotar al caer en la ilusión de que al fin somos libres. Estamos listos para atender con una sonrisa una larga fila de clientes por que el proyecto que estamos preparando viene a revolucionar al mundo de los consumidores. Leer esto puede sonar intenso, pero estoy segura que lo has sentido. Sensaciones como éstas, nos hace tener algo en común, ser emprendedor.
En mi experiencia, ese rush de energía me acompañó desde la primer pulsada de sospecha de que mis esfuerzos no eran para dedicarlos a un corporativo si no a un proyecto personal comandado desde la cocina. Recuerdo que fue un 31 de octubre del 2014 cuando crucé la puerta del estacionamiento de mi antiguo empleo como un león hambriento que le parecía pequeño el mundo para comérselo. Ya andando con mi proyecto en marcha, caí en cuenta que el entusiasmo por emprender estaba nublando la visión objetiva con la que hay que afrontar esta realidad laboral.
Mantenerte auto motivado en este camino es vital, informado también. Si estas en un período de arranque y te asaltan pensamientos como los que a continuación te compartiré, ¡Tranquilo!. Utiliza mis aprendizajes y toda la información disponible en esta página para construir con bases sólidas tu negocio sin necesidad de caer en el error.
- Mi talento es saber cocinar; por ende, cocinando tendré éxito. Yo pensaba que sólo se trataba de poner mi talento en “ON”. Mi desarrollo ha sido gradual conforme me veo limitada en habilidades o recursos. Mas allá de sólo saber sazonar, he tenido que dominar cuestiones administrativas, entender la contabilidad de un negocio para mantener los asuntos fiscales en regla. A prueba y error e implementado estrategias de marketing que me ayuden a lograr atraer clientes, por tanto, aprendí a generar contenido con estilo propio, mejoré redacción ortografía y como captar mi mercado meta. Me volví autodidacta del Photoshop. Desarrollé mi capacidad de negociación, mantenerme firme con el cliente, a hacer contratos y no flaquear en el cumplimiento de mis propias reglas. Al no tener título de chef, me he inscrito en un sin fin de cursos para dominar distintas cocinas del mundo y no ser solo una entusiasta por la cocina. Entre muchos, muchos detalles más que se asocian a la operación del mi negocio. Si estás abierto al aprendizaje constante, emprender va a sumarte muchas satisfacciones profesionales y personales, de pilón.
- Soy libre de mi tiempo, puedo manejar mi agenda a placer. Aunque en cierta medida esto es verdad, si no aprendes a forjarte una disciplina e implementarte horarios para cumplir tareas específicas tu crecimiento será lento. Tu día debe tener una estructura, objetivos claros y no titubear a la hora que se presente un distractor. Es un error pensar que como ya no tienes que checar entrada, es sinónimo de puedes trabajar a cualquier hora. Existen horarios laboralmente activos donde lo más conveniente es estar presente. Ya sea buscando citas, dándole seguimiento a un cliente o prospectando futuras oportunidades. Responder cotizaciones en tiempo oportuno. Dominar mi agenda ha sido un gran desafío debido a la naturaleza del servicio que ofrezco; pero si no me esfuerzo por respetar las actividades claves que requieren mi atención diaria créanme que no se avanza igual, esto, sin olvidar el caos que genera en tu vida personal.
- Nadie me manda, soy mi propio jefe. Siendo sincera, una de las cosas que mas me emocionaban de tomar el timón y dirigir mi propio barco era el hecho de NO VOLVER A RECIBIR ÓRDENES. Ser mi propia jefa me daría la posibilidad de controlar a mi gusto. ¡Mentira! Tu negocio, impacto o estabilidad económica no puede sostenerse sin el SI ACEPTO del cliente. La realidad es que un poco si estamos a su merced, en ocasiones son ellos los que dictan el qué y cómo. Satisfacer los caprichos del cliente es el compromiso de toda marca; por lo que el cumplir con ello a veces signifique renunciar a nuestro gusto u opinión personal. Ojo, hay que evitar cruzar la línea entre ser complaciente y/o delimitar hasta donde llega tu capacidad de operación-abastecimiento-responsabilidad sobre lo que ofrecemos. Aunque no lo creas proyectar respeto sobre tu propio trabajo genera seguridad en el cliente ya que denota que conoces lo que ofreces y tu capacidad de control sobre él.
- Ya no puedo crecer mas por que me faltan recursos. Aunque sentir que nuestro negocio ya llegó a un tope esto es meramente ilusorio. El hecho de que el emprendurismo esté cobrando tanta fuerza ha traído como consecuencia un exceso de competitividad pero a su vez ha sensibilizado a los miembros de éste sector laboral para crear sinergias que aceleren el crecimiento de las partes involucradas. Estas relaciones comienzan con un ¿Qué tienes tu que le da un valor agregado a mi negocio/proyecto/servicio? y ¿Con qué recursos cuento para ayudarte y lograr proyección en tu red de contactos?. Se trata de alianzas que generen un ganar-ganar sin necesidad de crear peligrosas asociaciones. En mi caso, buscar a alguien afín a mi giro me ha dado la posibilidad de generar un servicio mas completo, repartir los esfuerzos, incursionar en proyectos más creativos y ampliar mi audiencia.
- Mi servicio de eventos con islas de comidas temáticas van a estar en todas las fiesta de Monterrey. En un inicio yo plantee los ejes de mi negocio en una ilusión, a mí me sonaba increíble el servicio que quería ofrecer, pero ¿qué paso? no encontré un nicho de mercado lo suficientemente grande como para que fuera rentable para el esfuerzo que hacía, ya que de entrada la ejecución no era práctica. Cuando tu mismo no te facilitas la operación tu capacidad de servicio se reduce obteniendo menos entradas a tu bolsillo. Es importante no cruzar la línea de la innovación incomprendida versus la diferenciación que crea valor en un mercado lo suficientemente amplio para prosperar.
- Cuando escuchen el entusiasmo que siento por mi proyecto me darán el sí de inmediato. Esto es quizás lo más complicado del arranque. Quien te contrata desea saber que resultados has tenido, para quién has trabajado, ver lo que has hecho, necesitan seguridad para tomar la decisión de contratarte por que seamos sinceros, soltar dinero en las manos de un “inexperto” es algo que ni tu harías. En ocasiones vas a tener que reconocer que tu negocio está en una etapa inicial, pero con argumentos sólidos tendrás que sostener tu propuesta, no puedes visitar a un cliente sin tener un plan de ejecución estudiado ya que a veces por dar el si no medimos riesgos. Con soluciones concretas hazle ver que comprendes su necesidad y sabes como resolverla. El cliente necesita seguridad mas que endulzarle el oído con tu entusiasmo por la oportunidad.
- Un cliente insatisfecho significa que me equivoqué de camino. Hace tiempo me contrataron para dar servicio al vapor justo en fechas que tenia programadas mis vacaciones. Sin medir la complejidad que demandaba que me contrataran de último momento, sin personal suficiente disponible (ya que les había comentado que estaría de viaje) decidí asumir la responsabilidad del evento, prácticamente sola. La alarma sonaba a las 3:30 am y regresaba derrotada a la cama a las 12am, así durante varios días, sin pausas, ni para comer.
- Error 1. Aceptar un trabajo para el cual no tenia capacidad de atender. La demanda de trabajo más los cambios a quemarropa que el cliente hacía provocaban un desfase de horas que en la preparación de los alimentos es crucial.
- Error 2. Acceder a los cambios del cliente sin hacerle ver las consecuencias que esto impactaba en el cumplimiento de los acuerdos que ella misma me impedía cumplir. Conclusión. Mi ejecución fue deficiente.
Este tropiezo con el cliente junto con el ingrediente de no tener experiencia para lidiar con mañas, me provocó tal desanimo que durante días me replanteé si éste era mi camino, en verdad considere abandonarlo, me sentí tremendamente insegura pues jamás, en años, había tenido una queja. Cuando el desanimo pasó, lo mejor que puede hacer fue asumir mis errores incluso tuve que aprender a forjar un carácter distinto para enfrentar situaciones similares. Tropezar es parte del camino. Pero puedes crecer con cada experiencia si elijes que así sea.
Jamás pienses desertar por las piedras en el camino. Sostente y elige siempre tomar responsabilidad ante cualquier error, cuando lo haces tu capacidad de control aumenta y con ello tu seguridad.